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Análisis de Coyuntura

El reconocimiento del conflicto

Por: Laura Caicedo

Existen temas delicados y el de la guerra de guerrillas, debido a que tiene una dudosa clasificación y, por ende, una complicación en la aplicación del Derecho Internacional Humanitario. Antiguamente nos enfrentábamos a un sinnúmero de conflictos armados internacionales que ocupaban toda la atención y tiempo de los actores del sistema político. Los pequeños conflictos de carácter no internacional estaban siendo dejados a medio lado.

La vigilancia por parte de nosotros, los actores del sistema, se reducía a conflictos internacionales; lo cual significó una gran barrera al momento de acrecentarse el número de conflictos no internacionales. Sin embargo, nosotros como ciudadanos nos hemos quedado cortos en cuanto a vigilancia de conflictos se refiere. La aplicación de las leyes de DIH por parte de gobiernos y ciudadanos no fue la suficiente, encontrándose además restringidas debido a la incompleta definición de “conflicto armado”.

Por lo tanto, a pesar de la existencia de la convención de Ginebra y su definición de confrontación armada, no se especificó la duración de hostilidades y el grado de violencia que un conflicto armado no internacional debía tener para ser catalogado como tal. Eso significó una mayor atención e interés hacia los sucesos internacionales en los que sí estaba especificado.

Sin embargo, los conflictos armados no internacionales son un problema igual de importante. En la actualidad estos tipos de conflictos van en aumento; para la muestra un botón, el conflicto armado en nuestro país. No obstante, la falta de una definición más amplia de conflicto armado no es el único inconveniente, nos enfrentamos a la falta de voluntad política de dirigentes, y la posibilidad de no reconocimiento de la existencia de los conflictos.

Se preguntarán por qué en su época el presidente Uribe hablaba de las FARC como un grupo terrorista, no dando crédito a la existencia de un conflicto armado interno; la respuesta a este interrogante se centra en dos puntos. Primero, los presidentes en algunas ocasiones no aceptan la existencia de estos conflictos debido a que representan debilidad gubernamental ante una futura guerra civil.

Segundo, el terrorismo no hace parte de las competencias del DIH, por consiguiente, las actividades realizadas por parte del gobierno que a su vez podrían ser juzgadas como violaciones a los derechos humanos, quedan en el aire.

El reconocimiento de un conflicto armado interno conlleva al juzgamiento de las partes, gobierno y FARC, en cuanto a crímenes de guerra. Esta nueva faceta de conflicto puede ser contraproducente para el gobierno, ya que puede destapar situaciones como los muy conocidos “falsos positivos”, y otra gran cantidad de víctimas por parte del estado, que al igual que las víctimas de las FARC deben ser reparadas.

La etiqueta de terrorismo fue muy aceptada por todos nosotros en cierto momento, pero en mi opinión, lo importante no solo está en regular la guerra con el DIH, lo importante está en el esclarecimiento de la verdad. Para llegar a este último punto es necesario el reconocimiento del problema que, aunque Uribe lo logró debilitar, continua existiendo.

Por lo tanto, aceptar que existe un problema entre el estado y las FARC fue drástico. El Presidente Juan Manuel Santos puso el dedo en la llaga y hasta el momento ha logrado sostener unas conversaciones en la Habana para lograr lo que anteriormente denomine “esclarecimiento de la verdad”, junto a una justicia transicional. Con lo cual debemos recordar que en Colombia los casos de crímenes de guerra abarcan tortura, homicidio, destrucción de propiedades y bienes, secuestro, toma de rehenes, bombardeo, entre otros (CICR, 2008).

Finalmente, necesitamos entender que las guerras son guerras, y la voluntad política y ciudadana de resolver este conflicto de más de medio siglo está en nuestras manos. Sabiendo que aunque existan dificultades en la aplicación del DIH, y lo problemático de estructurar una justicia transicional, lo trascendental para nosotros deben ser las víctimas y la futura vinculación de los desmovilizados a la sociedad.

Estudiante de Ciencia Política y Relaciones Internacionales

VII semestre

Universidad Tecnológica de Bolívar (UTB)

lauracaicedo8@gmail.com